Hoy Victoria me dijo que sería fantástico que cada uno tuviese un botón para desaparecer en el momento que quisiera, cada uno sería dueño de su propio botón y nadie más podría pulsar el de otro.
Ah¡ dije, y puedes volver cuando quieras?
No, no, te fuiste y desapareciste, chau!
Ahí me quedó el botoncito dando vueltas y pensé que todos en algún momento hemos verbalizado o mentalizado el !Tierrra Trágame!. Así que supongo que la población se diezmaría en un abrir y cerrar de ojos.
Mientras escribo se me ocurre otra opción, tal vez con el botón lo pensaríamos dos veces antes de desear medidas irreversibles.
No sé si es un poco bajón la nota, no, no, no, es un botón.
Y Chau!
Ya ven como aquí el tema de desaparecer es recurrente y se evoca desde la infancia.
Nube negra, nube gris.