domingo, 27 de julio de 2008

Ensayo efectos nuevos con Leopard en Photo booth

10 comentarios:

Mercedes dijo...

Al menos salió el título

Mercedes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mercedes dijo...

Martes 08 de Julio, 2008
Cucarachas con termómetro
por Hernán Casciari
Dos veces a la semana suena el teléfono en casa, o el timbre, y del otro lado aparece un encuestador. Cada vez hay más y se presentan mejor preparados. Con el tiempo, han aprendido a ser inmunes al NO. Saben minimizar las excusas y están por todas partes, mendigando quince minutos de nuestras vidas. Si un día la Tierra padeciera un conflicto químico que aniquilase todo —plantas, animales, gente— seguirían sonando los teléfonos por la mañana. El encuestador es la nueva cucaracha del mundo.

Quieren saber qué periódicos leemos, qué champú usamos, a qué partido político respondemos; quieren saber si hacemos deporte y, en caso afirmativo, cuál o cuáles. Desean conocer si hay niños en casa y cuántos, si tenemos televisión por cable, cuál es la última publicidad que podemos recordar. Si fuimos o somos infieles.

Más tarde los periódicos nos informan sobre los resultados de estos estudios. Es decir, la prensa nos comunica cómo somos.

Nos dicen los diarios, por ejemplo (y escojo titulares reales de este mes) que cada vez más adolescentes consumen tranquilizantes, que los chilenos piensan que las Cataratas son brasileñas, que los italianos son fogosos y las francesas liberales, que los hombres hablan más de fútbol que de mujeres, y que tres de cada cuatro españoles se fue de putas este año.

Todos los días, en la prensa, en la radio y en los informativos de la tele, hay por lo menos una afirmación categórica generada por el método de la encuesta. A razón de trescientas afirmaciones por año, nos vamos enterando cuántas veces nos masturbamos en promedio, descubrimos que nuestras esposas ya son casi tan infieles como nosotros, y averiguamos un sinfín de cuestiones sobre nuestras costumbres. ¿Todas? No señor, todas menos una.

Hay un estudio sociológico que nunca nos fue revelado, que guardan bajo siete llaves, que esconden como un diamante. Los encuestadores poseen un dato sobre nosotros, un solo dato, que jamás publicarán ni darán a conocer a los medios de comunicación. Tras cartón, es el resultado más exacto que podrían conseguir sobre una costumbre humana, porque es la única pregunta que siempre hemos respondido todos. Absolutamente todos. La pregunta, con variantes de cortesía, es ésta:

—¿Me permite usted que le haga unas preguntas?

En esa disyuntiva no hay opción para el no sabe, ni tampoco para el no contesta. No hay dudas. No existe la posibilidad de la mentira ni de la excusa. En todos los casos, los miles de millones de humanos interceptados en el último año, en cualquier parte del mundo, por teléfono o en persona, hemos dicho SÍ o hemos dicho NO. Y los encuestadores conocen los porcentajes exactos de esta tendencia.

Pasa lo mismo con los móviles callejeros de la televisión. Los informativos le ponen el micrófono a las personas y les preguntan, por ejemplo, si el sueldo les alcanza, o si son felices. Pero no explican los informativos, ni siquiera en letra pequeña sobreimpresa, que la enorme mayoría de los consultados pasa de largo, que sólo hay una minúscula porción de la humanidad que adora ponerse frente a una cámara para responder cualquier cosa, ni tampoco informan que esa raza suele llamarse, técnicamente, los imbéciles.

Es increíble, y también fascinante, que casi nadie distinga esta verdad tan sencilla en el momento de creer o descreer lo que aseguran los medidores de las costumbres humanas.

Los encuestadores conocen, sin margen de error, un guarismo exacto sobre nuestro hábito de responder. De hecho, es el único resultado que poseen sobre nosotros como conjunto absoluto. Todos los demás estudios que publican hasta el hartazgo, día a día, están limitados al pequeño grupo de gente aburrida —o que justo esta tarde estaba drogada— que ha contestado SÍ a la primera pregunta. Y estos serán, como mucho, un 11% de la población mundial (estoy dejando propina).

Ya tenemos un dato revelador, entonces. Todo lo que sabemos sobre nuestras costumbres, fobias, manías y emergencias es el resultado de los hábitos de gente aburrida o que, justo esta tarde, estaba dispersa y con ganas de conversar. Anoten esto en sus cuadernos y sigamos adelante.

Fijémonos ahora cómo cambia un enunciado cuando le agregamos esta evidencia: “Los hombres drogados hablan más de fútbol que de mujeres”. O cómo se modifica el sentido de este otro titular: “Las señoras que no tienen nada que hacer a la tarde son casi tan infieles como sus esposos aburridos”. E incluso de éste: “Los adolescentes que se pasan veinte minutos contestando encuestas, en lugar de hacer algo mejor con su tarde, consumen cada vez más tranquilizantes”.

¿Pero qué pasa con los demás, con los que contestan siempre NO a la invitación de ser acribillados con preguntas? Son el 90% de la población mundial y poco o nada sabemos sobre sus quehaceres.

¿Qué champú usan los que no tienen tiempo para contestar boludeces? ¿Son infieles los matrimonios que no conversan por teléfono con extraños? ¿Practican deporte habitualmente aquellos que prefieren esquivar un micrófono por la calle? ¿Qué opinión tienen los tímidos y los sensatos sobre el conflicto del campo en Argentina? ¿Utilizan videojuegos violentos los jóvenes que a la hora que suena el teléfono del encuestador están en la hemeroteca estudiando? Nadie, absolutamente nadie lo sabe. Porque la enorme mayoría de la gente está en sus cosas.

Hay, además, una segunda certeza brutal, que involucra a las minorías que SÍ responde siempre, una certeza que empaña incluso los resultados parciales del grupo. Es sabido que la gente aburrida y la gente que se droga a la tarde tiende a mentir; los primeros como escape a una realidad insípida, y los otros por dispersión y anacronismo. Con esto generamos una nueva evidencia: el 96% de los que responden a encuestas, miente; a veces queriendo y otras veces sin querer.

Conseguimos así un segundo dato revelador. Todo lo que sabemos sobre nosotros como sociedad es el resultado de compilar las mentiras que dicen los drogados y los aburridos. Apunten esto también en sus cuadernos.

Vivimos dos realidades. Por una parte sabemos quiénes somos en casa, y por la otra creemos intuir qué representamos como sociedad. Pero casi nunca reconocemos, ni en el hogar ni en la calle, que nos gobiernan unos parámetros que están dictados por el absurdo y la mala interpretación.

Yo, por ejemplo, uso champú Sedal. Lo hago porque su envase dice que es el champú más usado del mundo. Sospecho se ha llegado a esta conclusión haciendo una encuesta que solamente han respondido los aburridos y los drogados. Uso, entonces, el champú que dicen usar los que no tienen nada que hacer con sus vidas. Esto puede resultar inofensivo en algunos casos, puesto que a nadie se le cae el pelo con ningún champú. Pero otras veces, no sé, salimos a la calle con dos cacerolas, convencidos de que afuera están haciendo ruido los que son como nosotros.

A cambio dejo este texto, sagaz.

Anónimo dijo...

Hola!!!!!!! Yo fui "cucaracha" y lo peor de todo es que los encuestados pueden creer que mienten, pero los que hacen las valoraciones no son estas preguntas o respuestas las que les interesan, las que les interesan son una serie de preguntas tontas que nadie se molesta en responder mal por eso yo soy de las que NO. Con esas respuestas preparan susu campañas de marqueting y nos bombardean sin enterarnos.Y encima nos creeemos que ha sido idea nuestra o que hemos descubierto algo. Besitos, me ha gustado mucho tu escrito-

Mercedes dijo...

Ja, ja, gracias pero no es mío, como reza al principio del texto, es de Hernán Casciari "un argentino en Barcelona".
Si, está muy bueno, los invito a leer sus cosas que están en el blog Orsai.
Besitos cucaracha, quien eres? Mabi?

nataliaeugenia dijo...

A mi tambien me gusto jeje tambien crei que lo escribiste tu .

Bueno al lio,tengo una historia sobre una encuesta que me sucedio hace poco estando en Sevilla.

Estabamos en casa de un familiar, y llamaron preguntando
-¿esta la señora de la casa?.
-Pues en este momento no esta
-¿le inportaria contestarnos unas pregununtas?.

Sopese la situacion ,en ese momento no tenia otro que hacer y el que llamaba igual le pagaban por encuesta contestada y......la gente tiene derecho a ganarse el pan ,asi que dije
-si no son muchas si.

Asi que ahi empezo el ametrallamiento de pregunas, yo pense que serian dos o tres varias veces pense en colgarle ,pues la cosa se alargaba y no estaba en mi casa ,.
Mientras tanto mi familia politica incluido mi marido me decian cuelgale ya ,pero el pobre me daba pena y ademas la conversacion se empezo a poner interesante.

La encuesta giraba en torno a los huevos de gallina.
Que si donde los compra ,que si que opino de las gallinas .....etc.Y todos por detras cuelga cuelgaaaaa.
Y yo respondiendo a una serie de preguntas como que
-¿Si usted supiera que la gallina vive mejor ,aunque los huevos sean mas caros usted los compraria?
Me parecio genial poder ayudar a las pobres gallinas ,a su bien estar a crear un mundo mejor, donde las gallinas vivan sin estar acinadas. Y conteste media hora a preguntas sobre gallinas.

Cuando colge el telefono nadie entendio que le diera tanto palique al susodicho,pero la cosa ya estaba hecha ,y yo estaba contenta de poder colaborar en una vida mejor para los animalitos.

Regresamos a Madrid y al cabo de los meses ,cual no fue mi sorpresa al ir al supermercado,cuando al coger los huevos vi entre ellos unas cajas en las que ponia gallinas que viven en libertad sin acinamientos .
Mi alegria fue sublime habia contribuido al bien estar de las gallinas.
Asi que los compre aunque por supuesto eran mas caros que los demas.

Me relami pensando en unos huevos fritos . Pero cual no fue mi sorprsa cuando abri el huevo y
las llemas se rompieron unas tras otras. Deduccion los huevos no estaban frescos porquwe la gente prefiere pagar menos por los huevos asi que no he vuelto a comprar mas y mi lucha a quedado en agua de borrajas ,como se dice en mi tierra.

Pobres gallinas pero luego meditandolo ,me di cuenta de que en realidads nosotros vivivmos como las gallinas acinados en pisos no en jaulas claro y entonces senti pena por mi misma.Espero no haberos vuelto locos con tam¡nta gallinacea jajaja

Mercedes dijo...

Me hiciste reir muchísimo sobrina.
Por cierto, me pregunta Gonzalo ¿de qué te reís?, de lo que escribe tu prima, y ahí nomás pensé que ya tienes edad de ser tía.....
Besosssss

Alicia dijo...

Yo también me he reído muchísimo, a mí me toca el tema bastante de cerca, ya ves ahí mismo las tengo a las gallinas y vaya hija que no paran de poner, ya no sabemos qué hacer con tanto huevo. Claro que, en invierno ni uno, y ya ni compramos, porque o son huevos de los nuestros o nada!
Me hizo mucha gracia la comparación, espero que no te sientas así de verdad!!!

Alicia dijo...

Me encantó el comentario, voy ver si me invitan a tomar el té en ese saloncito.

nataliaeugenia dijo...

si a veces si me siento asi y otras me siento una privilegiada.¿que saloncito?