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Despues de esperar un año a que el viento amainara nos tocó volar a nosotros. Como veis en la foto Maria Molinero también voló todo el camino con nosotros. Es una experiencia fantástica... te sientes realmente como un pájaro o como si estuvieras mirando en el ordenador, en Google Earth, todo se ve como de juguete.
Cuando vuelas no sientes el viento, porque vas con él, no hace nada de frío allá arriba, más bien calorcito cuando ponen en marcha los quemadores.
Casi volamos por encima de nuestra casa, pero cuando ya nos estábamos acercando cambió el viento y aterrizamos a unos cuatro kilómetros del pueblo. La vecina, la del pan, nos vino a recoger.
Los que vuelan tienen que ayudar en todo el proceso: a montar los globos, a despegar y después a recoger todo el invento. Al final nos invitaron a galletas con queso y champán y nos bautizaron como conde y condesa.
PD: Muchas gracias a Yauca, que se quedo con Peppe tooooda la tarde.
1 comentario:
nunca es tarde si la dicha es buena
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