Hola radicalitos. No quería dejar pasar esta ocasión, del domingo para repensar en algo que parece a muchos nos trae inquietos.
Las cenizas ¿qué hacemos?, por lo menos a mi, (será porque me las trajeron de propio).
Ayer ya me acordé que a mamá no le gustaban los cementerios, de hecho nunca nos llevó a ninguno, ni tan siquiera a la tumba de su padre.
Cuando estuvo aquí la llevé a conocer el Cementerio de la Recoleta(visita obligada) y no recuerdo que hiciera ningún efecto en ella. A pesar de que es un lugar atípico porque está enclavado en el centro de la ciudad.
Así que cementerios no, ni el de Rosario, ni el de Recoleta, ni ningún otro.
Los budistas, a quien respeto por ser su elección de vida, se llevaron mucha parte, tanto en vida como en no vida, porque de hecho se llevan la mayoría de las cenizas a Japón. Así que no voy a buscar ningún templo budista para depositarla.
Después me acordé que la ceremonia que hago con ella todos los sábados es la de las flores. Ir a comprar flores y repartirlas por todos los jarrones, tarea que se la vi hacer cientos de veces y yo le decía: ¡es que a tí te quedan muy bien puestas las flores en los jarrones! y ahí me empezaba a contar que cuando era pequeña había ido a un lugar a aprender a hacer no se qué con las flores, o flores de papel, no sé, la cuestión es que sus conocimientos eran académicos.
Cuestión que recordé que lo que más ensalzó de cuando estuvo aquí fueron los árboles de Jacarandá, que en aquella época estaban en flor y son violetas preciosos y enooooooormes toda la ciudad queda por un tiempito teñida de ese color que a ella tanto le gustaba (entre el violeta y magenta, no se bien definirlo pero lo tengo identificado). Así que por ahí va a ir mi despedida definitiva.
Por lo demás, me preguntaba qué tanto tenía puesto en las cenizas? y creo que demasiadas cosas, en la medida que lo que estaba afuera pude introspectarlo, se me hizo más leve el adiós.
Os mando un abrazo enoooooorme desde Buenos Aires ciudad
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